Levanta la vista de lo que estás haciendo y echa un vistazo de un instante a tu alrededor. Mira el hermoso mundo en el que estás inmerso.
Saca tu mente de los problemas por un instante, y concéntrate en las oportunidades.
Considera cuánto eres capaz de hacer.
Quita tu atención, por un rato, de las preocupaciones y las ansiedades.
Recuérdate a ti mismo todas tus muchas bendiciones.
La dirección en que te enfoques es la dirección en la cual se moverá tu vida.
Date el permiso de avanzar hacia aquello que es bueno, valioso, fuerte y verdadero.
Las cosas que llenan tu conciencia son las que llenarán tu vida y tu mundo.
Así que expande tu conciencia más allá de tus propias preocupaciones y en dirección a lo mejor que la vida puede ofrecer.
Levanta la vista y mira confiado hacia la más alta visión que puedas imaginar.
En el preciso instante en que lo hagas, estarás en camino hacia allí.